El amor de Dios por nosotros sobrepasa cualquier grado de expectativa personal.
Jesús va a nuestro encuentro cuando estamos perdidos, como aquella oveja que se extravía y el pastor va en su búsqueda hasta que la encuentra.
Cada tropiezo en nuestra vida, debería ser una oportunidad para afianzar nuestra relación con Dios, pues cuando confiamos plenamente en su poder, sentiremos de inmediato cómo Él acude a nuestro rescate y va transformando una tormenta en un verdadero paraíso de bendiciones. Ciertamente, los problemas, la culpa, el pecado y todo lo negativo que permitimos que se adentre en nuestro ser, nos hace sentir pequeños de algún modo. Pero Dios tiene un propósito diferente para nosotros, Él busca rescatarnos de la oscuridad y hacernos brillar con su luz. Basta que de nuestra parte dejemos el miedo atrás para ir al encuentro de Jesús, que está a la puerta llamándonos.
En el Evangelio, Jesús nos invita a reflexionar con la historia de Zaqueo:
"En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». Él bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más». Jesús le contestó: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa; porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido»." (Lucas 19, 1-10)
Tal como Zaqueo, pudimos haber caído en un indigno camino, en donde la culpa y las críticas están a la vista, pero Jesús nos enseña que Él mismo vendrá a nuestro rescate y a llenarnos de bendiciones, si de nuestra parte damos un paso de fe, tal como lo hizo Zaqueo. El amor de Jesús, se adelanta a nuestras necesidades, Él ve más allá de las apariencias y el fracaso. Jesús ve nuestra voluntad para abrir la puerta de nuestro corazón a su llamado.
Cuando nuestra mirada busca a Jesús, podremos sentir como Él nos transforma de pequeños seres espirituales a gigantes de corazón, por su divina misericordia. Cuando dejamos atrás todo acto impropio de un cristiano, podremos triunfar con éxito.
Los malos momentos no causan nuestro fracaso, sino la falta de voluntad para levantarnos y avanzar triunfantes. Dejemos nuestro orgullo o estereotipos a un lado y miremos a Jesús para dejar que Él encienda fuego espiritual en nuestro interior. Sintamos cómo Dios vive dentro de nosotros. Demos siempre un salto de fe, no importan las adversidades físicas o mentales, sino el valor que le damos a Dios en nuestras vidas para sentirnos amados y bendecidos. Que la Gracia de Dios nos llene de gozo y abunde en nuestros corazones.
Con afecto,
Javier
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