El mérito del ser humano es vencerse a sí mismo, superando en todas aquellas áreas de debilidad, que conducen hacia el fracaso.
La tentación es todo aquello que se nos muestra como agradable y satisfactorio en principio, pero que al final nos lleva a caer en conductas que dañan nuestro cuerpo y nuestro espíritu.
Cuando un ser humano se deja llevar por la tentación y cae en pecado, pierde el sentido de domino propio.
Nuestra vida es un camino de luchas de las cuales debemos, salir victoriosos para alcanzar la gran meta: el Cielo. Para poder merecer la Vida Eterna debemos ser probados en las tentaciones, así, a lo largo de nuestra vida estaremos tentados a ir por el "camino fácil", pero sabemos que el Reino de Dios es de "puerta angosta", de esfuerzo, de sacrificio, de gozo con la cruz.
Las tentaciones son los enemigos los “enemigos del alma”: mundo, demonio y carne. Contra estos enemigos libramos batallas en donde debemos decidir entre complacer a nuestra carne o santificar a nuestra alma.
Jesús quiso enseñarnos que siendo humanos, podemos vencer a las tentaciones con la confianza en Dios y la oración. Así tendremos su Gracia y seremos sustentados con la fuerza de su Espíritu Santo:
"Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio. Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre. Y el tentador, acercándose, le dijo: «Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes». Jesús le respondió: «Está escrito: "El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios"». Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo, diciéndole: «Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: "Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra"». Jesús le respondió: «También está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios"». El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, y le dijo: «Te daré todo esto, si te postras para adorarme». Jesús le respondió: «Retírate, Satanás, porque está escrito: "Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto"». Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo." (Mateo 4, 1-11)
Al final, sabemos que Dios es fiel, y si hacemos un esfuerzo para vencer a las tentaciones, seremos recompensados con su bendición en nuestro caminar.
El camino es duro, pero podemos apoyarnos en estos consejos prácticos que nos ayudarán a evitar las tentaciones y fortalecer nuestra relación con Dios:
- Profundizar el conocimiento de Dios, de su amor en nuestras vidas.
- Comprender nuestras fortalezas y debilidades para mejorar nuestro ser
- Mortificar nuestra carne, tener un dominio sobre nuestros deleites, ayunar
- Hallar las causas de los pecados que más cometemos y nuestras tendencias dominantes
- Hacer un examen de conciencia
- Canalizar nuestros placeres del cuerpo en satisfacciones del alma, invocando al Espíritu Santo
- Usar la razón, meditar sobre las consecuencias que nos deja la tentación
- Realizar purificaciones activas, alabanza, ejercicio físico, lectura espiritual
- Practicar la confesión regular, y la comunión. Asistir a misa diaria.
- Realizar oración constante, entablar una comunicación amorosa con nuestro Padre Celestial
- Acudir a nuestra Madre. Consagremos nuestro ser a la Virgen María.
Una abrazo en Cristo y María
Javier
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