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Tiempos de oración

La humanidad atraviesa un momento difícil de su historia.

 

Se ha especulado mucho sobre el origen del coronavirus, pero más allá de esto, debemos tener en cuenta algo: absolutamente todo que ocurre es porque Dios lo permite, nada puede ocurrir sin el consentimiento del Señor:

 

"No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a Aquél que puede arrojar el alma y el cuerpo al infierno. ¿Cuánto valen dos pajaritos? Algunos centavos, ¿no es cierto? Y, sin embargo, no cae a tierra ni uno solo, si no lo permite el Padre. Entonces no teman, pues hasta los cabellos de sus cabezas están contados: con todo, ustedes valen más que los pajaritos. Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo los reconoceré ante mi Padre que está en el Cielo." (Mateo 10, 28-32)

 

Son momentos en donde todas las personas debemos reconocer a Dios como la única fuente de ayuda en estos tiempos, las preocupaciones y vicios del mundo son nada, en comparación con el poder del Señor:

 

"Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante del Hijo del hombre." (Lucas 21, 34-36)

 

 

El Señor ha puesto alimentos naturales para su consumo con el fin de tener una nutrición saludable. En estos tiempos es necesario permanecer dentro de casa y qué mejor momento para compartir en familia, hacer ejercicio, y sobretodo hacer oración constante. Es necesario seguir las recomendaciones sanitarias, pero más importante es volver la mirada a Dios.

 

No es casualidad que en estos días haya más recogimiento de la humanidad hacia Dios, en plena Cuaresma el mundo vive una cuarentena, las misas se celebrar adorando al Santísimo, hasta los ateos están buscando de alguna forma el encuentro con el Señor. Ahora vemos canales de televisión que trasmiten la Misa y antes no lo hacían. Inglaterra se consagra a María luego de 800 años. Sin duda la humanidad se ha visto forzada a acercarse a Dios, por iniciativa propia. 

 

Un camino hacia la santidad es asistir a la Eucaristía todos los días. Normalmente es casi imposible hacerlo en días normales. Hoy es más fácil en casa, nunca antes se han visto tantas plataformas digitales trasmitiendo celebraciones eucarísticas.

 

No veamos esta pandemia como una maldición o un castigo de Dios, sino mejor como una oportunidad valiosa para un encuentro más íntimo con Dios, con nosotros mismos y con los seres que amamos.

 

Una jaculatoria muy valiosa es la revelada por Santa Margarita María de Alacoque, el detente, usada para clamar a Cristo en tiempos difíciles. Podemos decir: "¡Detente coronavirus!, el Corazón de Jesús está conmigo. Venga a nosotros tu Reino".

 

En este tiempo de confinamiento sanitario, llevemos nuestras cargas al Padre y vivamos estas tres cosas: fe, oración y penitencia.

 

Busquemos ése acercamiento a nuestro Señor Jesucristo, que tanto falta le hacía al mundo, en donde caímos en un alejamiento mundial de las cosas de Dios. Nada es casualidad, es tiempo que nos renovemos en cuerpo y alma, entorno a una profunda fe y conversión en Cristo. El virus no matará nuestro cuerpo mientras cuidemos nuestra alma:

 

"Tú que vives al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Todopoderoso, di al Señor: «Mi refugio y mi baluarte, mi Dios, en quien confío». Él te librará de la red del cazador y de la peste perniciosa; te cubrirá con sus plumas, y hallarás un refugio bajo sus alas. No temerás los terrores de la noche, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que acecha en las tinieblas, ni la plaga que devasta a pleno sol. Aunque caigan mil a tu izquierda y diez mil a tu derecha, tú no serás alcanzado: su brazo es escudo y coraza." (Salmos 91, 1-7)

 

Pidamos a nuestra Madre Virgen que interceda por nosotros ante nuestro Señor.

 

Victoria en Cristo y María

 

Saludos: Javier

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