Mantener todos los días una constante vida espiritual llena de gozo y paz interior no es fácil. De hecho, nuestra propia debilidad humana genera momentos en donde nuestros ánimos no son precisamente los más elevados.
Sabemos que la alegría interior debe ser nuestra carta de presentación como cristianos, pero las circunstancias no siempre pueden ser las más óptimas para el efecto.
El remedio más dulce para levantar nuestros ánimos es la oración. La oración es nuestro acercamiento íntimo y personal para conversar con el Señor en un fraterno diálogo de amistad espiritual. Una oración eficaz requiere buscar humildad en nuestro corazón, reconocernos pequeños y dependientes de Dios, y a la vez reconocer su grandeza, una grandeza de amor, de amistad, de poder, de victoria. Tomemos en cuenta la oración que nos enseñó Jesús, el "Padre Nuestro" (referencia: Mateo 6, 9-13). No olvidemos persignarnos antes de orar.
La oración personal es un gran alimento para nuestras almas, pero al ser personal, es probable que se presente algo de cansancio, falta de interés o no sepamos cómo orar. Una oración diaria, aunque sea corta, siempre será muy productiva, siempre y cuando la proyectemos como un hábito día a día. Si nos cuesta crear un hábito en la oración, podemos empezar con un día en donde tengamos suficiente tiempo y dejemos a un lado cualquier preocupación, en este tiempo podemos reunirnos con familiares, amigos o grupos de oración. Caminar acompañados hacia el encuentro con el amor de Dios, siempre será mejor que hacerlo individualmente, debido a que en compañía se pone de manifiesto el poder el Espíritu Santo para revitalizar nuestra oración:
"«También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos»." (Mateo 18, 19-20).
Linda Schubert, en su libro: "La hora milagrosa" presenta una secuencia muy eficiente para orar en 1 hora, misma que se la divide en 12 partes de 5 minutos cada una. Cada parte contiene un elemento esencial de una verdadera oración carismática para encontrarnos con Dios de manera más precisa. Así que, cuando tengamos la oportunidad, podemos practicar este modelo de oración. No hay libreto fijo de contenido, pues la oración debe ser personal, pero a continuación dejo un resumen de esta secuencia, asimismo que es una adaptación personal, misma que podrás tomar como ejemplo y ponerle tu toque:
ALABANZA: Comenzamos con una alabanza a Dios. La alabanza a Dios es reconocer su grandeza y poder infinito para actuar en nosotros y en nuestros problemas. Podemos decir en alta voz: "Señor Dios, eres majestuoso", "Bendito y Alabado Seas señor por siempre", "Eres infinitamente poderoso", "Toda la Gloria para ti Señor", "Solo Tú Señor eres el único digno de alabanza y adoración." Y puedes agregar todo lo que tu corazón te dicte para alabar a Dios desde tu interior. La lectura de Salmos también es oportuna en este segmento.
CANTO: Dicen que el que canta, ora dos veces. No puede faltar un canto alegre para Dios en todos los participantes de la oración, cada quien aporta con su voz, con sus palmas, con sus talentos para utilizar algún instrumento musical. Que sea un canto que integre los corazones de los presentes.
COMBATE ESPIRITUAL: El combate espiritual es juntar los esfuerzos de los presentes para alimentar el espíritu y declarar que Dios es soberano y vencedor sobre cualquier elemento material o espiritual. Se puede realizar un canto, el rezo del Ángelus, la oración "Alma de Cristo", una oración a María, la oración a San Miguel Arcángel, o cualquier otra oración de batalla espiritual. La idea es sentirnos partícipes del Reino de Dios como parte de su ejército de bien, sentirnos guerreros victoriosos en Cristo que luchamos junto a Él.
ENTREGA: Es el momento de la oración en que dejamos en manos de Dios nuestros problemas, nuestros pesos, todo aquello que nos agobia. Es el instante en que nos despojamos de toda atadura y nos entregamos a Dios por completo, dejamos que Él reciba toda nuestra carga. Debe haber un momento grupal donde se eleve con las voces esta entrega, y también un momento de silencio para conversar con Dios de manera personal.
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO: Es el momento de invocar al Espíritu Santo. Se lo puede hacer con un canto y con oraciones a viva voz. También son efectivas las frases personales habladas o en silencio, por ejemplo: "Santo Espíritu de Dios, te necesitamos", "Sublime Espíritu Santo, derrámate en nosotros", "Espíritu de Dios, apodérate de todo mi ser".
ARREPENTIMIENTO PERSONAL: En este espacio, reconocemos nuestras fallas, nuestros pecados, todo aquello que ha lastimado a Dios, a otras personas y nosotros mismos. Hacemos un análisis de nuestro interior. Asimismo, reconocemos la misericordia de Dios para perdonarnos.
PERDÓN HACIA LOS DEMÁS: En esta parte, hacemos un proceso inverso al anterior, es decir, perdonamos a quienes nos han ofendido, nos despojamos de rencores pasados con otras personas. Puedes usar la siguiente frase: "Tú me has ofendido, pero en este momento yo te perdono en nombre de Dios y no me debes nada porque Jesús ya pagó tus pecados y los míos con su preciosa Sangre". Es el momento de hacer liberación personal.
REFLEXIÓN BÍBLICA: Buscamos una lectura bíblica, la compartimos y la analizamos. Reflexionamos sobre lo que Dios nos quiere decir a través de su Palabra. Es posible que uno o más integrantes del grupo, tengan un sentir sobre algún pasaje bíblico en particular.
ESCUCHAR LA VOZ DE DIOS: Es el momento de hacer silencio y cerrar los ojos. Podemos quedarnos quietos y escuchar en nuestro interior cómo Dios se comunica con nosotros. Si quizá no lo escuchas, puedes acercarte a una persona del grupo o quedarte en silencio buscando alguna lectura bíblica. También puedes experimentar algún pensamiento o tener alguna visión. Déjate llevar por Dios.
ORAR POR OTROS: Es el momento de hacer oración por la necesidades de otras personas. Interceder por otros, es un buen acto de todo cristiano. Es recomendable tener un espacio de silencio personal.
ORAR POR NOSOTROS: Es el momento de pedirle a Dios lo que necesitamos de manera personal, nuestras propias necesidades ante Dios se ponen de manifiesto con nuestro corazón. Es recomendable tener un espacio de silencio personal.
ACCIÓN DE GRACIAS: Una oración a Dios no puede ser completa sin que le agradezcamos. Demos gracias a Dios por todo lo que vivimos, por un nuevo día, por el tiempo que ocupamos en orar, y por todo lo que nuestro corazón sienta.
Recuerda esto:
Este modelo de oración es muy práctico y se lo puede acoplar a las necesidades de cada grupo, de igual modo se la puede hacer individualmente en cuestión de minutos, cada parte puede durar un minuto y podemos emplear una frase sincera o palabras acordes a cada segmento. Lo importante es llenar cada espacio de oración en nuestro corazón y ofrecerle a Dios. Mientras nuestra oración tenga más elementos, será más fructífera.
Con afecto,
Javier.
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